Entre calculadoras y ChatGPT: el viejo miedo a volvernos menos listos
La preocupación de que la tecnología debilite nuestras capacidades cognitivas reaparece con la IA generativa. Un estudio del MIT monitoreó durante cuatro meses a 54 estudiantes que escribieron ensayos con ChatGPT, Google o sin ayuda; quienes usaron ChatGPT mostraron menor actividad cerebral y creciente pereza. Históricamente, cada innovación —escritura, calculadora, televisión, Internet— despertó temores similares, aunque la evidencia de un daño permanente es ambigua. Los expertos recuerdan que delegar tareas rutinarias libera recursos mentales, como ilustra el “efecto Google”: no memorizamos datos, sino rutas para hallarlos. Aplicando la ventaja comparativa de Ricardo, la IA asume trabajos de bajo costo cognitivo, mientras los humanos conservamos la ventaja en creatividad y análisis. Así, depender de ChatGPT no implica volverse “más tonto”, sino reconfigurar qué tareas merece nuestro esfuerzo. El impacto final dependerá de cómo combinemos estas herramientas con un uso consciente y formativo. Los investigadores piden cautela y más estudios longitudinales rigurosos.
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